El arte es una mentira que nos permite decir la verdad.
Pablo Picasso

miércoles, 26 de octubre de 2011

La Boda de la Temporada.



Damas y caballeros, les presentamos... ¡La Boda de la temporada!






Desde que el mundo es mundo, y desde que AbuelaMaterna está en él, es una constante prisa. Mi querida AbuelaMaterna, si ha quedado con alguien que venga a recogerla, una hora y media antes ya está vestida, peinada, maquillada y perfumada esperando sentada en el sofá con el bolso sobre el regazo. Si tiene que coger un tren que sale a las nueve de la mañana, a las seis ya ha despertado a mi tio y está llegando a la estación. No vivo con ella (todavía), está a muchos kilómetros de mí, pero incluso cuando hablas con ella por teléfono tiene prisa por colgar.



Pensé que Madre era diferente, siempre lo pensé, pero además de hacerse jóvenes (¿recordais la entrada?), mis padres se están haciendo más como sus padres.



El sábado por la mañana, día X, día de la Boda, con Mayúsculas, Madre durmió hasta las doce del mediodía, hora a la que me pareció razonable despertarla. Ojalá no lo hubiera hecho. Morí.



He decidido que a partir de ahora os lo traduciré todo al español porque mi madre cuando se pone nerviosa habla un andaluz de la hostia.



Imaginaos el trajín de vestidos "Le voy a coser el escote un poco. ¡Casi se te ve la teta!", de zapatos "¡¿Seguro que están limpios?! ¡Que luego la guarra soy yo!", de ocupaciones de baño "¿Te has depilado ya? ¿Te has duchado ya? ¡Esque tardais lo que no hay en los escritos!"... Encima, Clumsy había ocupado el salón para ver Phineas & Ferb y había hecho de las suyas tirando un bote de cristal de betún negro al suelo. A lo que Madre reaccionó con una serie de palabrotas que no pienso reproducir aquí mientras la voz de Candace gritando se oía de fondo. También descubrió que mi chaqueta estaba arrugada y no sabía planchar punto, por lo que tuvo que llamar a... adivinad... venga, que no es tan difícil... sí, chicos, a AbuelaMaterna, que como ya he dicho, estresa hasta por teléfono.



Estaba tan nerviosa, que incluso en la comida, cuando me vió partir todas las albóndigas y mezclarlas con el arroz gritó con voz de orco "¡Ni se te ocurra ir a un restaurante o a una boda y hacer eso!" Resulta que Madre, una de las personas más hippies, liberales y empáticas que conozco, sabe reglas de protocolo. Flipad, malditos, como he flipado yo.



Pero después de todo el estrés, del que me escapé un rato para contactad con vosotros, yo ya estaba mega-mona-de-la-muerte y preparada para marcharme.



Padre y yo teníamos que salir antes para volver a ensayar las canciones que cantaríamos en la ceremonia, por lo que a las cinco salíamos de mi casa los cuatro, súper guapos y felices. Sí, felices. Madre estaba relajada, pues le había depilado y ayudado a vestirse, le había dicho lo guapa que estaba alabando sus rizos (y no era por cumplir), y le había ayudado a elegir zapatos.



Cuando llegamos allí, a la cherch, yo sin maquillar todavía, busqué a Drums, que venía toda emperifollada, vamos, nada que ver con el estilo casual de pantalones de colorines, camisetas de las guays y gualecos o sombreritos, o sudaderas anchas. Fue llegando la gente poco a poco, y yo sin maquillar todavía. Hasta que... por fin llegó Pocahontas. Ensayamos rápidamente y corrimos al baño para destrozarme la cara. Aunque al principio parecía que me habían pegado un puñetazo en cada ojo, supo arreglarlo y... yo no me tengo en muy alta estima, pero la verdad es que me encantó cómo quedó.



La ceremonia fue bien, excepto por el pequeño detalle de que a los niños que llevaban los anillos se les ocurrió jugar a desatarlos mientras cantábamos y las dos primeras filas se volvieron locas buscándo a los dos pequeños "protagonistas" perdidos por el suelo.



Luego llegó la hora de las fotos, y mientras todo el mundo se las hacía, y saludaba a los novios yo ayudaba a enrrollar la alfombra roja y recogía (esta vez no robé ninguno) ramilletes de flores decorativos.



Una señal del cielo quiso que Pocahontas quisiera que me fuera en su coche. Una señal del cielo que amé, porque a Clumsy, le dió por querer ir a casa a cambiarse de pantalones y le cayó una bronca horrible. Y encima luego mis padres se perdieron llendo al hotel y llegaron una hora tarde. Vamos, que se perdieron casi toda la recepción.



Cuando llegaron, y hubo que subir, Drums, Pocahontas, Clumsy y yo no perdimos en el hotel. Subimos dos pisos en lugar de uno y como había cartel con la palabra "Restaurante" y una flecha indicadora, la seguimos. Aquellos pasillos parecían el barco de Titanic (¿sabeis que nunca he visto la peli?), y Clumsy y yo no pudimos evitar empezar a hacer el tonto y a cantar la canción (que milagrosamente me sé).



Conseguimos llegar y sentarnos en nuestras mesas. Clumsy se sentó con los más jovencitos, mientras que a mi me separaron de Drums y Pocahontas y me senté con Dulce, con Speed y novia, con Pirómano, Flauta, y algunas otras personas. Agradecí mentalmente que no volvieran a sentarme con ArethaFranklin y su hermana, porque os recuerdo que la otra vez lo pasé mal. Dulce y yo nos hicimos amigas de unos chicos que sabían un montón sobre becas y viajes al extranjero. Madre mia, creo que estoy haciendo contactos.



La cena fue genial, y no sé si me he hecho más fotos seguidas en mi vida ni si he vagado de mesa en mesa con tanto descaro. Era interesante ver cómo en la mesa de Pocahontas y Drums, les estaban pintando los ojos a los chicos entre ArethaFranklin, Model y Pocahontas. Y había ya unos cuantos que llevaban más de cinco cervezas.



También era interesante ver como el muñequito del novio se caía una y otra vez de la tarta cada vez que intentaban cortarla. Y cómo la madre de Pirómano parecía que había descubierto su espíritu animal corriendo descalza por el salón. Y cómo Clumsy coleccionaba corbatas alrededor de su cuello.



El baile ya fue un desfase. La gente incluso me animaba porque me solté un montón y empecé a saltar y a fliparlo con tacones incluidos. Hasta que ya no pude más y me descalcé, pues el suelo era megachachi y era moqueta. Y Clumsy y yo nos inventábamos unas coreografías para flipar. Y Pastor bailaba emocionado. De mis padres pasé un poco, pero pude comprobar que cuando se juntan con unos cuantos más de su quinta ya no son jóvenes, son adolescentes con hormonas en plena efervescencia disfrutando de cada segundo vivos.



Total, que la Boda fue genial. Me encantó. Y aunque buscarse la ropa, el peinado, los zapatos, los adornos y demás paripés es un poco coñazo... disfruté como mi perro rascándose la oreja.

2 comentarios:

  1. Me he reído lo que no tiene nombre leyendo este post. Y la imagen de Drums toda emperifollada es de lo más extravagante.
    Y ME HAGO FAN DEL MOTE DE PIRÓMANO Y DE LOS PADRES ADOLESCENTES CON LAS HORMONAS EN PLENA EFERVESCENCIA.

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  2. Jo, echo de menos las bodas. La verdad que el trajín antes de la ceremonia es estresante, pero cómico algunas veces.
    Y me encanta el poder encontrarnos con personas que llevabas años sin ver y las típicas que te dicen: "¡Pero qué guapa estás!", te quedas pensando si les conoces, y es cuando dicen: "Oh, no te acuerdas de mí ¿verdad?" xDDD.

    Por cierto, tienes que ver Titanic D8.
    Me alegro de que te lo pasaras tan bien y te desmelenaras tanto, que eso viene bien de vez en cuando =).
    ¡Un saludico!

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