El arte es una mentira que nos permite decir la verdad.
Pablo Picasso

viernes, 14 de octubre de 2011

Yo, al silencio, lo mando a tomar viento.

Últimamente he comenzado a cerciorarme, no sin gran sorpresa, de un fenómeno extraño que ocurre a menudo en mi humilde morada. Lo explicaré de una forma gráfica, para no pregonar un discurso aburrido y que os sea posible introduciros en mi piel.
Imaginad una mañana de otoño. Os despertais en casa de un amigo o amiga vuestro o vuestra totalmente descansados, pues es cerca de mediodía y decidís tomar camino a vuestro hogar. Cogeis el autobús, y tras casi una hora de viaje llegais al bloque de pisos en el que habitais. Abrís la puerta, y la casa está vacía. Saludais, pero nadie os contesta. Ni siquiera el perro ha venido a haceros las habituales fiestas de llegada. Mirais el reloj digital para saber la hora y está apagado. Accionais el interruptor de la luz y no hay, se ha ido. Y entonces notais un ruido proveniente de detrás de la puerta del baño, como gotas de sangre cayendo de la alcachofa de la ducha. En el baño hay alguien. Tocais a la puerta, no hay respuesta. Retrocedeis hasta la habitación de vuestra o vuestro hermana o hermano y ahí está. Clavado delante de un cuaderno vacío mirándolo fijamente sin decir nada. Le hablais pero sólo un murmullo ininteligible sale de sus labios. Preguntais en voz alta por qué no hay luz. Vuestro padre emerge de las profundidades del balcón y os contesta con un murmullo igual al de vuestra hermana. Vuestra madre sale del baño con cara cansada y envuelta en un toalla y murmura mientras entra en su cuarto. Os dais por vencidos, se han convertido en zombies y las plantas mueren a su alrededor. En fin, ¿qué se le va a hacer? Decides ponerte cómodo y leer unos mangas que te han prestado, te quitas los zapatos, te tiras en el sofá y... en menos de cinco minutos la casa huele a perfume de madre y toda tu familia ha decidido que os vais a comer fuera.
Esto no es nada nuevo en mi vida, ya me ha pasado en más ocasiones. Cada vez que llego a casa mi familia está sumida en el trance del silencio. Dos minutos después me pongo a hablar, pongo música y el silencio se va a tomar viento.
Abuela Materna dice que en mi casa nunca hay ruido hasta que llego yo. Que cierro la puerta de la calle cantando a todo volumen las canciones que llevo en el MP4 y me pongo a hablar desenfrenadamente (uno de mis talentos varios). No se si eso es bueno o es malo. Es cierto que en mi familia materna, en general, al dos frecuencias volumínicas a la hora de expresarse oralmente: muy fuerte, y a voces. Esto siempre me ha tranquilizado mucho, por raro que parezca, y aunque tengo el sueño muy ligero, saber que hay gente hablando a todo volumen en la habitación de al lado me tranquiliza y me ayuda a dormir en paz por las noches. En mi familia paterna son más discretitos, supongo que lo he heredado todo de la parte más andaluza de pura cepa.
¿Quién lleva la luz a vuestras casas?

2 comentarios:

  1. Lo primero de todo, me encanta como has redactado la entrada *-*
    La luz en mi casa, creo que la llevamos entre todos, si alguien se va unos días se nota la ausencia.

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Deja que las palabras fluyan de tí y traigan a mi playa tu sonrisa.